¿Qué define a una idea innovadora? Puede tratarse de una idea rupturista, que transforma las reglas del juego. O de aquella que, por su facilidad de implantación, aporta el mayor retorno en el mínimo plazo. Por desgracia, ambas definiciones son a veces excluyentes. Y cuando no lo son, se da la cuadratura del círculo.
Cada vez más organizaciones estimulan una mayor generación interna de ideas, como un germen para innovar. Pero lo cierto es que no siempre disponen de mecanismos para evaluarlas, separar la paja del grano, y detectar una idea realmente innovadora.
¿Qué características definen a una de ellas?
A continuación, repasamos algunas de los aspectos que hacen que una idea sea potencialmente innovadora:
- Resuelve un problema real y contrastado. Este punto de partida puede parecer obvio. Pero no lo es cuando, a día de hoy, cerca del 80% de productos desarrollados en todo el mundo fracasan al año de su lanzamiento por no satisfacer una necesidad existente.
- Es diferencial y, en ese sentido, tiene cabida en el mercado o incluso es capaz de crear otro. Es el caso de ideas innovadoras capaces de cambiar las normas del juego y poner contra las cuerdas a los actores tradicionales de un mercado, como son los casos de Uber o Airbnb.
- O complementaria. Quizá haya productos o alternativas que ya cubran su necesidad, pero al menos aporta un valor adicional a su segmento que proporciona un retorno económico para su impulsor.
- Contempla su coste de desarrollo, y qué recursos necesita movilizar. Gracias a ello, hay menos riesgos en su viabilidad, pues el cálculo de costes permite fijar un precio de partida que el consumidor estaría (o no) dispuesto a pagar.
- Puede tener un desarrollo rápido, lo que agiliza su llegada e impacto sobre el mercado.
- Propone un retorno maximizado: esto es, ofrece los máximos beneficios vs los mínimos costes de desarrollo, fabricación y/o distribución.
- Tiene desarrollo o margen madurez e iteración. Puede iterarse y aportar valor durante un ciclo más largo, siendo considerada una “idea con vida”.
- Es fácilmente testable, por lo que permite prever su potencial capacidad de impacto sin invertir muchos recursos o tiempo previo.
- Va más allá del producto o servicio, y propone una gran experiencia de usuario diferencial que justifica de por sí el pago del propio producto o servicio.
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También establecer los mecanismos necesarios para evaluar y detectar aquellas ideas realmente innovadoras, de cara a su desarrollo y entrega al mercado.
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